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Chefs y dueños de restaurantes latinos están siendo reconocidos en lugares donde no viven muchos latinos. Han sido nominados a los Premios James Beard 2025, que son muy importantes en el mundo de la comida, como los premios Óscar pero para chefs.
Uno de estos chefs es Oscar Ortega, que vive en Jackson Hole, Wyoming. Nació en Ciudad de México y luego estudió cocina en Europa. Aunque Wyoming es más conocido por los vaqueros que por el chocolate, abrió una pastelería llamada Atelier Ortega. Al principio, fue difícil. Algunos días no vendía nada. Pero con el tiempo, la gente amó sus postres. Ortega participó en concursos internacionales de cocina y ganó muchos premios. Ahora su panadería es finalista como Mejor Panadería en los James Beard.
Otro chef, Salvador Alamilla, tiene un restaurante llamado Amano en Caldwell, Idaho. Su comida está inspirada en los recuerdos familiares. Quiere que sus clientes sientan que están comiendo como lo hacían en casa con sus padres o abuelos. Uno de sus platillos más especiales es birria en hoyo, una carne de chivo cocinada bajo tierra con una técnica antigua. Su familia lo ayuda en el restaurante: su esposa, mamá, tías, hermano y primo. También apoya a su comunidad, por ejemplo, ayudando a comprar libros de autores latinos. Alamilla es finalista como Mejor Chef: Región Montañosa.
En Birmingham, Alabama, José Medina Camacho fue nominado como Mejor Profesional de Bebidas. Al principio no quería trabajar en restaurantes porque sus padres lo hacían y era muy duro. Pero cuando empezó, aprendió todos los trabajos: lavaplatos, cocinero, mesero, cantinero y gerente. Durante la pandemia pensó en dejarlo, pero un amigo lo animó a abrir un bar. Ahora tiene Adiõs, un bar moderno donde comparte la hospitalidad mexicana. Al principio la gente solo pedía chips con salsa. Ahora preguntan por el epazote, el mezcal y escuchan música en español. Uno de sus tragos favoritos es un martini con tequila añejo, sandía encurtida y campari.
Estos tres hombres muestran que la cultura latina pertenece en todos lados, no solo en las grandes ciudades. Su comida y bebidas traen recuerdos de familia y tradiciones. Aunque no ganen el premio, ya están haciendo una gran diferencia.
Oscar Ortega dice que seguirá mejorando cada día. Todavía sueña con recrear el flan que hacía su mamá, un postre que nunca ha logrado igualar. Su receta vive solo en su memoria.